miércoles, julio 12, 2006
Las Jornadas Bibliotecológicas Cubanas se celebraron por primera vez en la Habana en abril de 1953 jugando un papel crucial en el desarrollo bibliotecario cubano. Tuvieron cierta continuidad por lo que las segundas se efectuaron al siguiente año en mayo. Lo peculiar de estas Segundas Jornadas Bibliotecológicas fue que además de estar presididas por el Dr. Fermín Peraza, estuvieron dedicadas al estudio de las bibliotecas en los centros de educación.
El propósito fue reunir a profesores y maestros para que, en colaboración con los bibliotecarios, tomaran parte en los debates que se produjeran alrededor de los trabajos de base con el fin de despertar el interés de los maestros hacia las actividades de las bibliotecas. Se establecieron 4 comisiones que dictaron diferentes recomendaciones sobre los temas tratados, relacionados con las bibliotecas de las escuelas primarias, secundarias y especiales, así como las bibliotecas de los centros de educación superior. Creo que esta iniciativa es válida retomarla en los momentos actuales donde se habla de profesionalización del bibliotecario escolar, del cual hablaré más adelante.
De estas Jornadas la revista Cuba Bibliotecológica, Órgano oficial de la Asociación Nacional de Profesionales de Biblioteca, en el número 2 de abril-junio de 1954 publica un artículo titulado “La Biblioteca “Alfredo M. Aguayo” del Ministerio de Educación. Su autora Mercedes Aguayo.
Resulta interesante el trabajo de la Aguayo por la importancia que la autora le da a esta biblioteca que, vinculada al Ministerio de Educación, la obliga a considerarla como una “autoridad máxima” entre aquellas bibliotecas que pueden contribuir al desarrollo de la educación y la enseñanza en Cuba.
La Biblioteca se funda por real decreto el 25 de mayo de 1910 y planteaba que su fin era aumentar la cultura profesional en los maestros. Fueron tan exigentes en sus requisitos y organización que la Biblioteca Circulante solo prestaba servicios a los maestros de las escuelas públicas de toda la Isla por lo que dichos servicios quedaron a cargo de la Junta Superintendentes de Escuelas Públicas. El 15 de agosto de 1918 se modifica el servicio de préstamo circulante creándose cinco bibliotecas circulantes en el resto de las provincias en las Superintendencias Provinciales de las Escuelas, pero la Aguayo plantea que de haber estado la Biblioteca dirigida por bibliotecarios profesionales esta distribución hubiera sido un punto de partida de un sistema de bibliotecas de educación con una biblioteca central y sus respectivas sucursales o filiales. Estaríamos hablando de lo que pudiera haber sido el primer sistema de bibliotecas pedagógicas de Cuba, sueño que no se pudo realizar en esa etapa.
En 1931 el gobierno muestra interés una vez más en esta biblioteca y se traslada al antiguo local donde radicaba la biblioteca de la Cámara de Representantes, ahora con doble objetivo, la educativa y la administrativa, pues se encargaba de brindar información para el trabajo de las oficinas de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. Sus fondos se enriquecieron con la colección de las obras pedagógicas de la Biblioteca de la Junta de Educación que fue creada en 1901 y organizada por Dihigo.
Después de todas las modificaciones, la Biblioteca cayó en total decadencia. No contaba con servicio de información, los préstamos de libros se limitaban a los maestros de Ciudad Habana, no incorporó la necesidad a la instauración y consolidación de las bibliotecas escolares en todo el país y no estableció canje ni con bibliotecas cubanas ni extranjeras. Sin embargo, en aquel entonces constituía la biblioteca que por sus fondos era la única capaz de contribuir con la superación pedagógica en Cuba.
El trabajo de la Aguayo constituye una serie de acciones a llevar a cabo para que la biblioteca del Ministerio de Educación quedara como la verdadera Biblioteca y Centro de Información Pedagógica de la nación. La realidad es que si la Biblioteca creada en 1910, ampliada en el 1931 y estudiada en 1954 hubiera sumido todas las propuestas de este trabajo, constituiría los antecedentes más cercanos de los Centro de Documentación e Información Pedagógica actuales.
La biblioteca en su doble función, la administrativa y de educación, según propuesta de la autora, debería atender, en aquel entonces, a los funcionarios del Ministerio de Educación y al público de profesionales, especialistas y estudiantes. Con las sucursales y las filiales que se crearan se extenderían los servicios más allá de la capital. Por medio de la biblioteca juvenil se llevaría atención social a todas las bibliotecas escolares del país y la estructura departamental propuesta es la siguiente:
1. Administración, en manos del director.
2. Información, catalogación y bibliografía
3. Préstamos de libros
4. Sucursales
5. Biblioteca juvenil que atendería el sistema de bibliotecas escolares
La realización de todos estos sueños no se vieron en los años posteriores hasta los cambios radicales que se dan en Cuba a partir del Triunfo de la Revolución. De igual forma, no deja de ser meritorio la preocupación de Mercedes Aguayo en esta ponencia y lo que constituyó en debate las segundas Jornadas Bibliotecológicas Cubanas para el desarrollo de las bibliotecas en la educación.
miércoles, junio 14, 2006
2da parte del día
Encuentro con estudiantes de la sede de la Lisa
Arturo Conde, Isabel Portales y Miguel Angel Ferrer en pleno debate
Llegada de la Dra. María Elena Dorta Duque y Melba Arce
Tres estudiantes de la sede, la del medio Misleydis Castañeda, maestra emergente que quiere ser bibliotecaria escolar
Para recordar
lunes, junio 12, 2006
Día del Bibliotecario
Leyendo y buscando, (dos mandamientos bibliotecarios) y un poco “bloqueando” (próximo mandamiento del siglo XXI), encontré un weblog titulado “La imagen social del bibliotecario”. Lista una serie de personalidades de la historia y la cultura universal, que fueron célebres por otra cosa, menos por el trabajo bibliotecario que realizaron. Entre ellos: Engels, Marcel Proust, Goethe, Mao Tse Tung, Benjamín Franklin y por qué no… algo que nos va tocando de cerca… hasta Hilda Guevara y Reynaldo Arenas.
Nuestra profesión siempre silenciosa, nos obliga constantemente a meditar en ella. De las funciones de un médico, nadie duda, pero un bibliotecario, ¿ejerce una función social como un médico? ¿Es capaz de salvar vidas? Todo esto se me amontona de frente a partir del pasado 7 de junio, día del bibliotecario cubano. El acontecimiento se debe a que en igual fecha nace el padre de
El acto central fue en el Instituto de Literatura y Lingüística, donde radica
Fueron condecorados con la medalla “Antonio Bachiller y Morales” un grupo amplio de bibliotecarios de todo el país y fueron entregados cinco premios nacionales a prestigiosas figuras de la bibliotecología cubana.
De los momentos emotivos hago un alto pues marcan como de costumbre cierta sensibilidad femenina de la profesión conjuntamente con la poética masculina, pues somos siempre hombres y mujeres lo que hacemos revoluciones de espíritus diariamente en las bibliotecas. Hechos como la entrega a colegas recientemente fallecidos, la presencia de la viuda de Gilberto Sotolongo y la entrega personal del premio que lleva igual nombre; la insólita presencia de Isola Trelles, nieta de Carlos Manuel Trelles y Govín que entregara igualmente, el premio que lleva el nombre de su abuelo a una de las figuras paradigmática en la actualidad de la bibliografía cubana;
Para los bibliotecarios escolares el día no pasó por alto siendo característica de este sector la forma exquisitamente profesional y modesta con que juegan su papel. Así de forma no planificada visitamos la sede universitaria de
¿Por qué quieren ser bibliotecarios escolares? ¿Qué le aporta los estudios de la carrera después de tantos años de experiencia? Estas y otras interrogantes se debatieron en medio de la reunión que no por dejar de ser interesante se fue colmando de personalidades de la profesión como la visita del Dr. Emilio Setién,
Una de las características del bibliotecario cubano, que por de alguna forma describirlo no significa que sea una cualidad enaltecedora, es la de imbuirse en el trabajo cotidiano sin dejar huella escrita de su quehacer diario. Si del bibliotecario escolar se trata, la situación se agrava.
En medio de complicaciones materiales y tecnológicas, la labor más humana del mundo como primer eslabón de la cadena información-conocimiento, se va haciendo sin quedar su memoria en algún lugar.
Si bien es cierto que desde que en Cuba aparecieron las primeras publicaciones de la especialidad, bibliotecarias como Raquel Robés Masess, Mercedes Menesess Rodríguez, Berta de León, entre otras, dejaron con la palabra escrita lo que sucedía en las bibliotecas escolares en la segunda mitad del siglo XX, hoy en la primera década del XXI nos asombra lo que se hace de forma constante involucrando profesión y sentimiento. Siempre será poco lo que se escriba al respecto.
Este es el objetivo del weblog, un espacio para contar lo que merece ser contado, un sitio para la gran familia del bibliotecario escolar cubano.