Lo que pudiera haber sido un antecedente de los actuales CEDIP en Cuba (Centro de Documentación e Información Pedagógica)
Las Jornadas Bibliotecológicas Cubanas se celebraron por primera vez en la Habana en abril de 1953 jugando un papel crucial en el desarrollo bibliotecario cubano. Tuvieron cierta continuidad por lo que las segundas se efectuaron al siguiente año en mayo. Lo peculiar de estas Segundas Jornadas Bibliotecológicas fue que además de estar presididas por el Dr. Fermín Peraza, estuvieron dedicadas al estudio de las bibliotecas en los centros de educación.
El propósito fue reunir a profesores y maestros para que, en colaboración con los bibliotecarios, tomaran parte en los debates que se produjeran alrededor de los trabajos de base con el fin de despertar el interés de los maestros hacia las actividades de las bibliotecas. Se establecieron 4 comisiones que dictaron diferentes recomendaciones sobre los temas tratados, relacionados con las bibliotecas de las escuelas primarias, secundarias y especiales, así como las bibliotecas de los centros de educación superior. Creo que esta iniciativa es válida retomarla en los momentos actuales donde se habla de profesionalización del bibliotecario escolar, del cual hablaré más adelante.
De estas Jornadas la revista Cuba Bibliotecológica, Órgano oficial de la Asociación Nacional de Profesionales de Biblioteca, en el número 2 de abril-junio de 1954 publica un artículo titulado “La Biblioteca “Alfredo M. Aguayo” del Ministerio de Educación. Su autora Mercedes Aguayo.
Resulta interesante el trabajo de la Aguayo por la importancia que la autora le da a esta biblioteca que, vinculada al Ministerio de Educación, la obliga a considerarla como una “autoridad máxima” entre aquellas bibliotecas que pueden contribuir al desarrollo de la educación y la enseñanza en Cuba.
La Biblioteca se funda por real decreto el 25 de mayo de 1910 y planteaba que su fin era aumentar la cultura profesional en los maestros. Fueron tan exigentes en sus requisitos y organización que la Biblioteca Circulante solo prestaba servicios a los maestros de las escuelas públicas de toda la Isla por lo que dichos servicios quedaron a cargo de la Junta Superintendentes de Escuelas Públicas. El 15 de agosto de 1918 se modifica el servicio de préstamo circulante creándose cinco bibliotecas circulantes en el resto de las provincias en las Superintendencias Provinciales de las Escuelas, pero la Aguayo plantea que de haber estado la Biblioteca dirigida por bibliotecarios profesionales esta distribución hubiera sido un punto de partida de un sistema de bibliotecas de educación con una biblioteca central y sus respectivas sucursales o filiales. Estaríamos hablando de lo que pudiera haber sido el primer sistema de bibliotecas pedagógicas de Cuba, sueño que no se pudo realizar en esa etapa.
En 1931 el gobierno muestra interés una vez más en esta biblioteca y se traslada al antiguo local donde radicaba la biblioteca de la Cámara de Representantes, ahora con doble objetivo, la educativa y la administrativa, pues se encargaba de brindar información para el trabajo de las oficinas de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. Sus fondos se enriquecieron con la colección de las obras pedagógicas de la Biblioteca de la Junta de Educación que fue creada en 1901 y organizada por Dihigo.
Después de todas las modificaciones, la Biblioteca cayó en total decadencia. No contaba con servicio de información, los préstamos de libros se limitaban a los maestros de Ciudad Habana, no incorporó la necesidad a la instauración y consolidación de las bibliotecas escolares en todo el país y no estableció canje ni con bibliotecas cubanas ni extranjeras. Sin embargo, en aquel entonces constituía la biblioteca que por sus fondos era la única capaz de contribuir con la superación pedagógica en Cuba.
El trabajo de la Aguayo constituye una serie de acciones a llevar a cabo para que la biblioteca del Ministerio de Educación quedara como la verdadera Biblioteca y Centro de Información Pedagógica de la nación. La realidad es que si la Biblioteca creada en 1910, ampliada en el 1931 y estudiada en 1954 hubiera sumido todas las propuestas de este trabajo, constituiría los antecedentes más cercanos de los Centro de Documentación e Información Pedagógica actuales.
La biblioteca en su doble función, la administrativa y de educación, según propuesta de la autora, debería atender, en aquel entonces, a los funcionarios del Ministerio de Educación y al público de profesionales, especialistas y estudiantes. Con las sucursales y las filiales que se crearan se extenderían los servicios más allá de la capital. Por medio de la biblioteca juvenil se llevaría atención social a todas las bibliotecas escolares del país y la estructura departamental propuesta es la siguiente:
1. Administración, en manos del director.
2. Información, catalogación y bibliografía
3. Préstamos de libros
4. Sucursales
5. Biblioteca juvenil que atendería el sistema de bibliotecas escolares
La realización de todos estos sueños no se vieron en los años posteriores hasta los cambios radicales que se dan en Cuba a partir del Triunfo de la Revolución. De igual forma, no deja de ser meritorio la preocupación de Mercedes Aguayo en esta ponencia y lo que constituyó en debate las segundas Jornadas Bibliotecológicas Cubanas para el desarrollo de las bibliotecas en la educación.
miércoles, julio 12, 2006
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